El Sitio de Eugenia

“…El Pozo de los Aines en Grisel había aparecido y la tierra desaparecido. Y enseguida corrieron las historias de boca en boca…”

Así comienza la locución que nos recibe al visitar el Pozo de los Aines, lugar singular que encontramos en el pueblo de Grisel, a pocos kilómetros de Tarazona en Zaragoza.

Pozo de los Aines. Grisel

Cómo lugar mágico y lleno de leyendas que es toda zona del Moncayo, éste pozo también tiene las suyas. Una nos cuenta que la sima se creó cuando un morisco rico, salio a trabajar sus tierras en día santo desoyendo así los preceptos religiosos y desafiando a Dios quien, enfadado, hizo desaparecer la tierra bajo sus pies tragándose a su familia, caballerías y riquezas. Otra versión más popular nos dice que una chica llamada Inés cayó al pozo encontrado la muerte en sus profundidades, por lo que le llamaron “El pozo de la Inés”, degenerando hasta acabar en “Aines”.

Apetece conocerlo ¿verdad? ¡Pues andiamo! no perdamos un minuto…

El Pozo de los Aines. Grisel

Desde Grisel, el Pozo de los Aines está perfectamente indicado y tenemos dos opciones para ir, en coche pues cuenta con un amplio aparcamiento o caminando, ya que hay menos de un kilómetro de distancia.

 Aunque mejor damos un paseo ¿no?

En el camino existen paneles explicativos que nos cuentan la historia del lugar y sus alrededores. Llegamos a un campo de olivos, en el que hay unas mesas a tipo de merendero, por si nos hemos llevado algo de picoteo, y en el centro ya adivinamos la silueta del gran agujero.

En el interior una pequeña laguna que tiene un microclima, una temperatura constante de 10 grados centígrados, que hacen que su interior esté recubierto de enredaderas, musgos, plantas trepadoras y en el agua haya un manto de nenúfares. En las paredes del pozo hay instalados unos pequeños focos que iluminan y cambian de color, lo que nos permite también su visita por la noche.

El Pozo de los Aines. Grisel

Las leyendas y tradiciones tienen explicación para casi todo pero lo cierto es que se trata de una gran dolina, que tiene su origen en el desgaste, por acción de las aguas subterráneas, de la roca caliza que se hundió, quedando un gran orificio en la superficie. Las dimensiones de ésta oquedad son considerables. Su diámetro es de veinte metros y su profundidad unos treinta metros.

Unas escaleras nos invitan a bajar al centro de la tierra…

¡Ojo! Por que aunque están iluminadas, también tienen unos detectores de presencia que son los que ponen en funcionamiento la locución que nos explica lo que vamos a ver. Mas de uno se ha llevado un pequeño susto al escuchar una potente voz entre sonidos de truenos que no te esperas pero que hacen más emocionante el descubrimiento….

Una vez aquí ya solo nos queda asomarnos con cuidado al pozo gracias a la plataforma con suelo de rejilla colocada y disfrutar de las vistas.

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